¿Cómo llegar a Alaska sin pasar por Canadá? Fue la pregunta que nos hicimos cuando nos negaron la visa a Canadá la primera vez, pero al final con visa en mano, decidimos continuar con la idea de ir en ferry. La única empresa que hace este viaje con carros y pasajeros es la Alaska Marine Highway y aunque la opción no es más económica que pasar por tierra toda Canadá, es una inversión que vale la pena.
Después de un par de días con muchas enseñanzas en Bellinham en casa de los jóvenes esposos puertorriqueños Tifa y Carlos, hacemos las averiguaciones y podemos llegar desde esta ciudad a Haines (Alaska) pasando por fiordos, montañas, glaciares, faros y clar;, haciendo paradas en varias ciudades del camino para conocer un poco más. Así que no compramos el pasaje directo sino de destino a destino. Bellingham - Ketchikan -Petersburg - Juneau - Haines
La mejor solución es llevar una bolsa de dormir o una carpa para armarla en el barco, no se debe olvidar llevar una buena cinta para pegar la carpa al suelo, el fuerte viento de la noche la va moviendo; y cómo no si se quiere ahorrar algunos pesos hay que llevar la comida.
Después de dos noches a bordo llegamos a Ketchikan “capital mundial del salmón”. La infraestructura turística del centro está diseñada para los pasajeros de cruceros, así que decidimos alejarnos hacia los parques nacionales a las afueras de la ciudad.
Ésta es una región de bosques de grandes árboles, lunita prácticamente diminuta se ve al fondo.
Los salmones grandes viajeros de la vida, nadan desde el mar hacia el rio en contra de la corriente buscando el lugar donde nacieron para reproducirse. Saltan y saltan a manera de cortejo y en algunos de esos saltos se salen del agua. Los que más navegan tienen parte de su cuerpo fuera del agua.
El clima durante el viaje un poco frio y con fuerte viento, pero el paisaje es impresionante y cambiante. Entre los fiordos se ven las ballenas, delfines y leones marinos. Las montañas se empiezan llenar de nieve y algunos glaciares se alcanzan a ver.
En una corta caminata se puede llegar así de cerca al Glaciar Mendenhall (Juneau, Capital de Alaska) y muy cerca de ahí en entrada del parque nacional hay una plataforma desde donde se puede ver los osos pescando.
En esta ocasión fuimos muy afortunados había una madre con sus oseznos pescando y comiendo frutos de los arbustos.
Nunca imaginamos ver tantos glaciares, Alaska es el lugar donde están concentrados la mayor cantidad de glaciares del mundo y aunque a todos no se puede llegar fácilmente hay muchos que se observan con una corta caminata o al pasar por la carretera.
En el último recorrido en ferry desde Juneau a Haines, se despeja el firmamento y seguimos disfrutando de las lindas vistas del sur de Alaska.
Llegamos a tierra firme “Haines” y abandonamos el territorio de las islas, decidimos no continuar en ferry hasta Anchorage y cruzar casi 300 kilómetros de tierra canadiense para ingresar al norte de Alaska. A mediados de agosto y en pleno verano de Alaska sólo hay nieve en los picos de las montañas pero si hay viento y la temperatura oscila entre 10 y 20 grados así que pedimos todos los días al sol que salga a calentarnos un poquito.
Salimos de EEUU casi que pasando la frontera de corrido, no hay que sellar pasaporte ni entregar ningún documento. Al ingresar a Canadá la agente de inmigración nos pregunta hacia dónde vamos y si llevamos frutas o madera de estados unidos, sin hacernos bajar del carro revisa la visa y lleva a sellar los pasaportes a la oficina y nos los regresa y escuchamos el anhelado “BIENVENIDOS A CANADÁ”. Teníamos un poco de expectativa con esta frontera y muchos estadounidenses nos habían contado historias de que les hacían sacar todas las cosas de las casa-carro, al final se convertía en una gran misión cruzar hacia Canadá. Pero bueno, podemos decir que tuvimos una buena experiencia en la frontera y que salimos triunfantes.
Pasando sólo una noche en Canadá seguimos el camino y llegamos nuevamente a Alaska, donde encontramos el letrero donde todos los viajeros toman su foto y dice “Welcome to Alaska”